Sadler's Wells Theatre

La Chana

Gala Flamenca La Chana, Dios del Compás

Con Antonio Canales, El Farru & Gema Moneo. Dirigida por Ángel Rojas

Nadie debió resignarse a que la musa del genio, cual pequeña hada temerosa, huyese al rincón más oscuro del alma de La Chana. Ni que ella, a punto de convertirse en uno de los mitos del Olimpo Hollywoodiense, se diluyese en el silencio del olvido. Nadie debió permitir que manos profanas destrozasen el ardiente receptáculo donde se cobijaba el duende de la raíz más honda del arte. Pero sucedió. La brutalidad y la sinrazón lo obligó a replegarse, silencioso y cabizbajo, en el interior de quien siempre fue fuente de pureza, amarga vasija malograda, suma sacerdotisa del altar del compás.
Pero el tiempo desnuda la verdad y la coloca en el centro de todas las miradas. Cuatro décadas después, sin una sola palabra y encaramada al riesgo de la improvisación que la caracteriza, nos relata su conmovedora verdad desde su “sillón bailaor”, que ella embruja y convierte en santuario donde, para nuestro goce, musa y duende regresaron tras tan dilatado exilio.
Con la intención de retribuir al regalo que La Chana les otorgó con su arte, y arropada por un excepcional equipo que siente por ella una admiración rayana en lo religioso, los más grandes intérpretes han deseado colaborar en este excepcional espectáculo, celebrando su vuelta a los escenarios desde lo profundo de sus corazones.

La Chana

“Sin lugar a dudas, el más extraordinario de los solos fue «La Pasión Que Crea» interpretado por La Chana, que creo la ilusión de parecer más una hechicera que una bailaora. Rajando el aire con sus brazos, podría haber sido una mujer poseída por espíritus. Sus pies moviéndose rápidos parecían temblar y temblequear. Pero nunca había pérdida de control en este arrebato. Más bien, su taconeo produjo unos sonidos secos y repiqueteantes, y nos llevó a una increíble secuencia en la que el sonido de sus pies sobre el suelo fue creciendo en tremendo crescendo, sólo para diluirse luego al borde de un silencio que La Chana convirtió en tan espectacular como sus tormentas.”
The New York Times