Lilian Baylis Studio

Rocío Márquez & Bronquio

Tercer cielo

Tercer cielo

Hay un paraíso en el umbral, un campo de nubes en los goznes, un territorio empíreo, evolutivo y movedizo, entre lo uno y lo otro, entre pasado y porvenir, emoción y pensamiento, memoria y deseo, sueño y vigilia, noche y luz, mundo y nos. Hay una zona en las grietas, tan frágil como rica, que no expresa poder ni sumisión. Aquí es posible el hallazgo y la espera. Este lugar, despreciado por el Sistema y por los taxidermistas de la certeza, es un lugar sagrado. Tercer cielo. Casa sin casa. Universo liminar. Este es el espacio-tiempo mental y creativo, el punto de encuentro donde han quedado Rocío Márquez y Bronquio.

Aquí, la voz, la respiración, los cuerpos, la máquina, el campo magnético. El cordón umbilical del flamenco. El arte del sonido en el tiempo y en nuestro tiempo. La sabiduría vieja en el ritmo y en la conciencia colectiva. La onda disonante que una emoción genera en la mente, y que provoca un canto que atraviesa los beats y la garganta. Lo que queda por vivir.

Al Tercer cielo se sube por inmersión. En este tránsito creativo, Rocío Márquez y Bronquio describen un itinerario que transcurre de la frente al pecho y de dentro al mundo. Del blanco al negro. Tal proceso pide echar mano no solo de la luz clara de la razón, la técnica y la experiencia, también del entendimiento de la yema de los dedos, de la raíz psíquica de las palabras, del turbio fogonazo de la intuición, de los símbolos y del rito que despierta al mito como quien sopla un ascua adormecida. Todo esto ya lo sabían los antiguos –tan muertos y tan vivos– que nos demuestran que es la creación es la madre de la tradición, y que por eso es posible tomarla como punto de impulso y hasta violentarla si hace falta para seguir creando. De este modo nos con
cedieron la libertad. La primera palabra no pudo ser sino un grito, escribió Félix Grande. Qué es, si no, un quejío, desde dónde se saca. A lo jondo se llega por elevación.

Para pisar cielo firme, Rocío Márquez y Bronquio se expresan con voz clara y en balbuceos, en texturas sonoras, loops, compás, silencio, sampleos, acento, efectos, respiraciones, ayeos, iconografía pop, poesía. Territorio acogedor y puñetero, Zona Temporalmente Autónoma. La distorsión de la voz prolonga la agonía del aullido en una debla. García Lorca asiste a la versión electrónica de un duende exprimelimones que se encara con la muerte, la mujer nacida de sí misma extiende en la falda su mercancía invisible, en el hueco de adentro brota una extraña, la libertad se estrella contra los altos muros de los cuerdos, el no saber sabiendo abre sus puertas y las raves o las fiestas de verdiales imprimen en 3D el centro del anillo o de la sombra: allí arde la llama. El resultado es una forma de expresión, pero no sólo. También es una forma de conocimiento. Viajes así son de ida, pero sin vuelta. Quienes vuelven para entregarnos su trabajo, Rocío Márquez y Bronquio, regresan de otra parte. Una paciencia salvaje –ay, válgame Adrienne Rich– nos ha traído hasta aquí.

Rocío Márquez & Bronquio